
Una forma sin presión de dejar que tus clientes decidan por sí mismos
¿Te suena este “manual sagrado” de los negocios online?
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Crea un lead magnet
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Cámbialo por un correo
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Envía una secuencia para “calentar” al prospecto
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Hazle la oferta
Cuando yo empecé, todos los expertos decían lo mismo. Compré cursos, estudié “la fórmula”, la apliqué paso a paso. En total gasté más de 3 mil dólares aprendiendo cómo hacer “un embudo que realmente convirtiera”.
Y lo hice.
Landing pages, tripwires, secuencias de correos, automatizaciones… monté toda la maquinaria.
Pero incluso cuando funcionaba, había algo que no me convencía.
La estructura era lógica, pero no se sentía bien.
Y en el fondo, sospechaba que a mi audiencia tampoco le gustaba.
¿Has tenido esa corazonada de que algo no encaja?
Esta es mi historia de ruptura con los embudos de ventas.
El momento que me abrió los ojos
Una tarde, conversaba con mi esposa en una cafetería. Le explicaba emocionado mi nuevo embudo, convencido de que ahora sí la gente iba a entrar a mi mundo “por el camino correcto”.
Ella me miró y me dijo:
—“¿Y por qué habría de darte mi correo? Ni siquiera sé si me interesa lo que ofreces.”
¡Boom! Me cayó como balde de agua fría.
Mi esposa, que no tenía nada que ver con marketing digital, me recordó lo obvio:
La mayoría de las personas no quieren darte su email.
Solo quieren saber si lo que ofreces es para ellas.
Ese fue el día en que el modelo del embudo empezó a desmoronarse.
La lección inesperada de un helado de coco
Hay una heladería en mi ciudad que se llama Stella Luna.
Hacen un helado de coco espectacular. El mejor que he probado.
El detalle es que no lo tienen todos los días, porque van rotando el menú. Y solo te enteras si revisas su web.
Soy tan fanático que he cruzado media ciudad en auto solo para conseguirlo. Aunque, claro, muchas veces se me olvida revisar la página. Así que una vez le pedí a la dueña:
“¿Me podrías mandar un mail cuando tengan sorbete de coco?”
Le estaba rogando que me recibiera el correo…
¡para poder darle mi dinero!
Esa noche entendí todo:
1: No necesitaba que me “calentaran” con una secuencia.
2: No necesitaba un lead magnet gratuito.
3: No necesitaba esperar siete días de emails.
Yo ya sabía lo que quería.
Solo necesitaba la oportunidad de decir sí.
Ese día decidí dejar a un lado los cursos de embudos.
No estaba vendiendo, estaba cazando
Me di cuenta de que esos cursos no me habían enseñado a conectar.
Me habían enseñado a atrapar.
A poner barreras. A limitar la experiencia. A forzar a la gente por un caminito prearmado.
En lugar de confiar en que ellos podían decidir por sí mismos.
Y lo peor: me hicieron desconfiar de mis propios instintos.
Yo sabía, como comprador, qué experiencias me daban confianza.
Pero las ignoré porque alguien con una captura de pantalla de “7 cifras” decía tener la fórmula mágica.
Se puede vender sin embudos
El cambio llegó cuando dejé de preguntarme cómo capturar leads… y empecé a preguntarme:
“¿Cuál sería mi versión de la cucharita de degustación?”
Entonces dejé de pensar como “marketer” y empecé a pensar como heladero.
¿Cómo puedo darle a alguien una probadita real, honesta y sin presión de lo que hago, para que decida por sí mismo?
Y, para mi sorpresa, pasó esto:
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La gente empezó a comprar sin necesidad de una secuencia.
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Compartían mi trabajo voluntariamente.
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¡Me pedían ellos mantenerse en contacto!
Todo porque dejé de “fabricar confianza” con funnels…
…y empecé a ofrecer una experiencia real.
Ser pequeño es tu mejor ventaja
No soy un “growth hacker”. No vivo de fórmulas ni de perseguir un “0.3% más de conversión”.
Y descubrí que ésa es justamente la razón por la que la gente confía en mí.
Hablo como persona. Muestro lo que hago. Dejo que prueben un poquito y decidan si es para ellos o no.
No los “convierto”. Respeto su decisión.
Hoy no vendo a través de embudos.
Vendo a través del sabor.
Lo que de verdad aprendí
No tiré los cursos de embudos porque fueran “malos”.
Los tiré porque me estaban alejando de lo que yo ya sabía en el fondo:
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La gente no necesita ser convencida, necesita claridad.
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La confianza no se gana con automatizaciones, se gana con relevancia.
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Una probadita auténtica es más poderosa que cualquier lead magnet.
Así que si alguna vez sentiste que tu embudo no encaja contigo…
Si tu instinto te dice que hay otra forma…
Si tu “escalera de valor” te pesa más que ayudarte…
Te doy permiso de bajarte de ahí.
Confía en tu experiencia. Confía en tu intuición.
Y quizá, solo quizá, ofréceles un poco de sorbete de coco.
¿Listo para probar tu propia cucharita de degustación?
Si esto resonó contigo, publiqué algo que quizá quieras probar.
Se llama El embudo de helado, un libro corto para freelancers y emprendedores solitarios que quieren crear confianza, no trampas.
Nada de lead magnets.
Nada de escasez falsa.
Solo una forma más honesta de dejar que tus clientes decidan.
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